Cuando Dios desea crear, busca un
sitio apropiado en el espacio, el que llena con su propia aura, compenetrando
cada átomo de la Substancia-Raíz Cósmica de esa porción particular de espacio
con Su vida, despertando de esa manera las actividades latentes en cada átomo
indivisible.
Esta Substancia-Raíz Cósmica es
una expresión del polo negativo del Espíritu Universal, mientras que el Gran
Ser Creador que llamamos Dios (de quien, como espíritus, formamos parte) es una
expresión de la energía positiva del mismo Espíritu Universal Absoluto. Todo
cuanto vemos en torno nuestro en el Mundo Físico es el resultado de la acción
mutua de esos dos polos. Dios extrae de la Substancia-Raíz Cósmica su esfera
inmediata, y de esta manera la substancia comprendida dentro del Cosmos
naciente se hace más densa que la que está en el Espacio Universal entre
Sistemas Solares.
Cuando Dios ha preparado así el
material para su Habitación, lo pone en orden. Cada parte del sistema queda
compenetrado por su Conciencia, pero con una modificación diferente de esa
conciencia en cada parte o división.
La Substancia-Raíz Cósmica es
puesta en vibración a diversos grados de intensidad y, por lo tanto, está
diferentemente constituida en las distintas divisiones o regiones.
Lo que antecede sirve para
enseñarnos la forma en la que los Mundos vienen a la existencia y su ajuste
para servir a los diferentes propósitos de la evolución, exactamente lo mismo
que cuando arreglamos una casa para que se adapte a las necesidades de nuestra
vida física diaria.
Debe recordarse constantemente que
estos Mundos no están separados por el espacio o la distancia, como lo está la
Tierra de los demás planetas. Estos mundos son estados de materia, de distinta
densidad y vibración, como lo son los sólidos, líquidos y gases de nuestro
Mundo Físico. Estos mundos no son creados instantáneamente al principio de un
Día de Manifestación, ni duran hasta el fin.
Los Mundos sutiles se van condensando
gradualmente y se van diferenciando otros nuevos dentro de Dios, para
suministrar los eslabones necesarios entre El mismo y los mundos que se han
consolidado. A su debido tiempo se alcanza el punto de su mayor densidad, el
nadir de la materialidad. Desde ese punto comienza entonces la vida a ascender
hacia los mundos superiores en el transcurso evolutivo.
Los Mundos Superiores (más
sutiles, finos y etéreos) son los que se crean primero y los últimos que se
eliminan.
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